Category: Leyendas Infantiles

La leyenda del Escornau

 

LA LEYENDA DEL ESCORNAU

Las opiniones difieren a la hora de buscar las causas de su aparición, si bien hay coincidencia en aceptar el hecho como un castigo divino. Dios envía el fantástico ser para vengar las maldades de los ahigalenses para los habitantes de los pueblos vecinos y para hacer pagar los pecados contra natura que cometen los solitarios pastores. Para quienes consideran el primer punto, el escornau sería engendrado por un caballo y una jabalina, o por una yegua y un jabalí, o por un caballo y una vaca, o por un toro y una yegua. En estos casos el escornau presenta un aspecto de caballo en la parte trasera y de jabalí los cuartos delanteros, con un cuerno largo y agudo, con sección espiral, que le sale vertical del medio de la frente. Cuando el animal se ha originado a causa del pecado, entonces se configura como una mezcla de carnero y jabalí con piel escamada (pellehu aceráu) y con un cuerno en disposición y forma semejante al anterior. El duro cuerno, al que algún informante le da tres metros de longitud, era su única arma y él mismo se lo afilaba en las rocas.

Sus pasos siempre buscaban la muerte. Pastores, campesinos y ganados fueron algunas de sus víctimas. Entre sus hábitos alimenticios raras veces figuraban las personas y los animales domésticos, a los que mataba por puro placer, puesto que su manjar favorito lo constituían las palomas que abundaban a lo largo del arroyo Palomero.

Se hicieron batidas para acabar con el escornau, pero ni la metralla ni la pólvora fueron capaces de atravesar la escamosa piel. Como castigo divino se suponía a la sanguinaria fiera, sólo por medios divinos se creía que su exterminio sería posible. Hubo excomunión para el escornau, rogativas que terminaron en tragedia al atacar el animal la procesión presidida por los cofrades de la Vera Cruz, etc. Finalmente la cofradía del Rosario tuvo éxito en su enfrentamiento. Al pretender el escornau atacar a las mujeres que portaban el estandarte de la Virgen, una fuerza divina lo paralizó al encontrarse frente a él e, hinchándose como una pelota, reventó. Esta muerte del fiero animal ocurrió a la altura del llamado «Canchu la sangri», que aún, como dicen los informantes, presenta pigmentaciones rojizas que corresponden a la sangre del escornau.

Al milagroso suceso siguieron fiestas y alegrías. El cuerno fue traído hasta Ahigal como recuerdo de aquella tragedia que asoló al pueblo y fue expuesto en la ermita del Cristo. No falta quien piensa que la mortífera arma se conservaba en la ermita de Santa Marina por considerar a esta santa la aniquiladora del monstruo.

El asta del escornau llegó a alcanzar categoría de reliquia. Se tomaban raspaduras del cuerno, ya que se suponían sanadoras de variados males, especialmente de insomnio, estómago, nerviosismo y crecimiento.

A mediados del pasado siglo un obispo de la diócesis de Coria giró su visita pastoral a Ahigal y comprobó cómo la gente confiaban más en las virtudes de los polvos del escornau que en los ruegos al Cristo. Deseando que el pueblo conservara su devoción al crucificado no tuvo otra idea que la de cortar por lo sano, llevándose el milagroso cuerno. Es precisamente aquí donde se pierde el rastro del asta del fabuloso animal que trajo en jaque a la población de Ahigal, como hemos podido ver, hace más de trescientos años…”

 

Fuente: Domínguez Moreno, J. M. (1986). La leyenda del “Escornau”. Una versión extremeña del mito del unicornio. Revista de Folklore, 06b, 68, pp. 39-47.

Recuperado de http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.php?id=587

El salto del Gitano

EL SALTO DEL GITANO

Cuenta la leyenda que un día un par de comerciantes, viendo que se les hacía de noche, decidieron acampar en los chozos de Villarreal de San Carlos para continuar su camino al salir el sol y conducir a su cuadrilla de mulas a Trujillo para venderlas y sacar unos buenos cuartos. Un bandolero gitano que rondaba el lugar se percató de la intención de los comerciantes y una vez que los hombres con sus mulas se pusieron en marcha, les salió al paso, acabó con su vida y se hizo con su mercancía. Pero poco le duró su satisfacción ya que se topó con una pareja de la guardia civil. Al verlos frente a él, dio media vuelta, comenzó a correr desesperadamente y al darse cuenta que su única salida eran las enormes rocas que se precipitaban sobre el río Tajo, no lo anduvo dudando y antes de ser apresado, decidió tomar carrerilla y saltar el precipicio hasta Peña Falcón… cosa que consiguió milagrosamente.

De ese modo se libró del apresamiento de los civiles, quedando éstos petrificados ante tan asombroso hecho. Caprichos del relieve del terreno: existe una roca que se asemeja a la figura de un guardia civil con su tricornio, mirando hacia la gigantesca roca en la cual desapareció el gitano bandolero.

 

Fuente:         El         Salto         del       Gitano.   (2012).         Recuperado        de http://mtogetafe.blogspot.com.es/2012/04/monfrague-naturaleza-y-leyendas-i el.html

La Torre de Floripes

LA TORRE DE FLORIPES

Estando los berberiscos por Extremadura construyeron en Alconétar una gran fortaleza para proteger la vía de la plata, ayudados además por la confluencia del río Tajo con su afluente el Almonte.

Floripes era una bella princesa musulmana, hermana del caudillo Fierabrás (el mismo del bálsamo milagroso), señor de la fortaleza, que disputaba a Carlomagno la conquista del mundo.

Carlomagno  envió  a  España  a  los  afamados  Pares  de Francia,  que  toparon en Extremadura con el poderío islámico, y llegaron hasta Alconétar, enamorándose Floripes de uno de sus paladines, Guido de Borgoña, a quien demostró su amor prohibido cuando el caballero cayó herido en uno de los lances.

Enterado Fierabrás de la situación, y preso de celos, ya que estaba perdidamente enamorado de su hermana, manda encerrar a los franceses en los calabozos de la fortaleza, y pone como guardián al Alcalde de la fortificación, el bravío y valiente Brutamonte, con la orden de no dejarlos salir sino muertos.

Al conocer Floripes la noticia corre a rescatar a su amado y aprovechándose de la lealtad y confianza de Brutamonte a sus señores consigue que le abra la puerta, pagándole ella con la muerte, ya que le clava su daga en el corazón.

Sin embargo Fierabrás, alertado por la ausencia de su hermana, consigue llegar a la torre antes de la huída de los caballeros franceses, situándolos con la intención de hacerlos salir de hambre.

Ante esta situación, los caballeros deciden sortear entre ellos quién será el encargado de huir y avisar a su Emperador Carlomagno, tocándole la encomienda a Guido de Borgoña, quien consigue regresar con un ejército, vencer a Fierabrás y liberar a su amada y al resto de Pares.

Hoy en día el lugar ha sucumbido bajo las aguas de un pantano, quedando sólo de aquella gran fortaleza la torre, pudiéndose ver con las bajadas del agua, y los restos del puente que se trasladaron más arriba para no quedar inundados.

Cuenta la leyenda que cuando sube el agua y cubre la torre, se forma un remolino alrededor de la misma que son los espíritus de Fierabrás y Brutamonte, que vagan errantes desde entonces, llegando a oírse sus lamentos por tan inmensa pérdida.

 

Fuente:          La       Torre   de       Floripes.        (2006).           Recuperado de http://historialeyenda.blogspot.com.es/2006/08/la-torre-de-floripes.html

El Ciervo Blanco de Ricardo de Normandía

EL CIERVO BLANCO DE RICARDO DE NORMANDÍA 

 “… Y, por supuesto, por estas latitudes tuvo por marco el suceso recogido en el capítulo XLIII de la citada historia: “Cómo Ricarte de Normandía pasó el río Flagor milagrosamente mediante un ciervo blanco que le guió”.

Uno de los anónimos viajeros que recorren Extremadura en el siglo XIX, nos informa de cómo la leyenda se mantiene viva entre los habitantes ribereños del río Tajo. Tras recoger de boca de un barquero su particular versión de la leyenda sobre Galofre, guardador del Puente de Mantible, sobre la infanta Floripes o sobre el malvado Fierabrás, apunta en relación con el tema que nos ocupa: “Nos dijo también el barquero, que río arriba y a corta distancia se hallaba el vado del Ciervo, que lleva también este nombre con arreglo a la crónica, y donde el caballero Ricarte, huyendo de los infieles se encomendó a Dios, y vió luego venir hacia él un ciervo blanco que le salvó…”

 

Fuente: Domínguez Moreno, J. M. (2008). Animales guías en Extremadura (II) I, Revista de Folklore, 28b, nº 331, pp. 3-17. Recuperado de http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.php?id=2499

Las Ninfas del Guadiana

LAS NINFAS DEL GUADIANA 

Según se dice, según se habla, según se cuenta en la leyenda, allá por los tiempos en los que nada era igual que ahora y todo era igual que antes. Los humanos todavía no habitaban en el universo y existía por estas tierras un mundo de hadas, ninfas, elfos, sátiros, duendes, gnomos y geniecillos. Dotados del poder del amor, de la amistad, de la alegría, del canto y de la belleza. Pero también del odio, la fealdad, la envidia y la destrucción.

Un grupo de ninfas bajo el manto protector de su ninfa madrina “Anae”, que las protegía de los lujuriosos sátiros y de las travesuras de gnomos y duendecillos, revoloteaban desprendiendo por sus plateadas alas destellos que fermentaban la tierra y hacían brillar al sol y a la luna, cubriendo con un manto de estrellas el tapiz celestial por las paradisíacas noches estivales.

Atendían estas ninfas a los nombres de Caia, Geva, Riva, Cala y Zapa.

Anae, como madrina protectora, era de gran envergadura y poder, arropando entre sus blancas alas a las cinco ninfas cuando el peligro acechaba, pero el enfado de los lujuriosos sátiros llegó a tal extremo que concibieron un plan para burlar o matar a Anae y apoderarse de las ninfas bajo su protección.

Un día cuando Anae se encontraba distraída consiguieron sorprenderla y arrasaron los campos, asolando el paraíso donde vivía Anae y sus ninfas, consiguiendo herirla en la cabeza de donde manaba un chorro abundante de líquido azul, -el color de la sangre de las ninfas-, que le recorría todo el cuerpo.

Tambaleándose temblorosa y herida, Anae logró salvar a las ninfas bajo su protección logrando que los sátiros huyeran. Pero la tierra desolada entristeció a la ninfa Anae de tal forma que su pena le provocó la muerte al desplomarse de espalda sobre el árido suelo quemado y arrasado por los invasores.

El dolor de las ninfas fue tal que no pudieron soportar la muerte de su ninfa madrina y se tumbaron junto a ella esperando la expiración. Caia se tumbó a sus pies, Geva sobre su cabeza y junto a ella Zapa. Riva y Cala se colocaron sobre su brazo izquierdo y así pasaron junto a Anae al paraíso donde habitan los mortales.

Pero en el paraíso no quisieron que este sacrificio quedara en el olvido y desde el mágico poder supremo, quisieron que la tierra absorbiera los cuerpos de las ninfas y su sangre azul, para transformarse en agua que regara los campos áridos y secos dándole la fertilidad y vida.

Desde entonces el cuerpo de Anae se transformó en el río Ana, bautizado por los árabes como Guadiana. Sus pechos se transformaron en los cerros de la muela y el Basharnal. El cuerpo de Caia se convirtió en el río Caya, el de Geva en el río Gévora, el de Zapa en el Zapatón y los de Riva y Cala en el Rivilla y Calamón.

Se cuenta que hoy en día las ninfas del Guadiana salen por las noches y perfuman el río dormido para que las ranas y peces se alboroten y den sinfonía al río con sus saltos y croar.

Tienden sus alas para que el sol en el ocaso ilumine la Alcazaba con tonos anaranjados y rosados. En su despertar por las mañanas lanzan sus pavesas brillantes para cubrir con la niebla el río y su entorno, manteniendo la fertilidad en los campos empapándolos de abundancia para beneficio de sus habitantes. El sacrificio de Anae y sus ninfas no fue en vano, dejaron un lugar en el mundo lleno de vida y belleza que antaño se llamó Batalyaws y hoy conocemos como Badajoz.

 

Fuente: Campo Rizo, J. M. (2009). El agua en los ritos. Los mensajes del agua, XI Jornadas de estudios de AS.P.U.R. 2009. Madrid: Aula Documental de Investigación, pp. 149- 162 (p. 140).

El origen del Guadiana según Don Quijote de la Mancha

EL ORIGEN DEL GUADIANA SEGÚN DON QUIJOTE DE LA MANCHA 

 D. Quijote contó lo que vio en la cueva y lo que le dijo arrodillado el honorable Montesinos: “Solamente faltan Ruidera, sus hijas y sobrinas, las cuales llorando, por compasión que debió de tener Merlín de ellas, las convirtieron en otras tantas lagunas, que ahora, en el mundo de los vivos y en la provincia de la Mancha, las llaman las lagunas de Ruidera.

Las siete son de los reyes de España, y las dos sobrinas, de los caballeros de una orden santísima, que llaman de San Juan, Guadiana. Vuestro escudero, llorando vuestra desgracia, fue convertido en un río llamado de su mismo nombre; el cual, cuando llegó a la superficie de la tierra y vio el sol del otro cielo, fue tanto el pesar que sintió de ver que os dejaba, que se sumergió en las entrañas de la tierra. Pero, como no es posible dejar de acudir a su natural corriente, de cuando en cuando sale y se muestra donde el sol y la gente le vean. Le van administrando de sus aguas las referidas lagunas, con las cuales y con otras muchas que se llegan, entra pomposo y grande en Portugal.

Pero, con todo esto, por donde quiera que va muestra su tristeza y melancolía, y no se precia de criar en sus aguas peces regalados y de estima, sino vulgares e insípidos, bien diferentes de los del Tajo dorado. Y esto que ahora os digo, ¡oh primo mío!, ¡os lo he dicho muchas veces; y como no me respondéis, imagino que no me dais crédito, o no me oís, de lo que yo recibo tanta pena cual Dios lo sabe!.

 

Fuente: De Cervantes Saavedra, M. (1615/1992). El ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha (Edición de J.J. Allen). Madrid: Ediciones Cátedra. (Obra original publicada en 1615). (pp. 28-29).

El Milagro del Cristo del Rosario

EL MILAGRO DEL CRISTO DEL ROSARIO 

“…En relación con la sequía: Hay constancia de las rogativas de la población en los años de 1715, 1718, 1752 y 1760. En 1718, a las doce del día un repique de campanas anuncia al pueblo que al Cristo lo están colocando en andas. Se comienza a esa hora a nublar el cielo y a las cuatro de la tarde, cuando el Cabildo se dirige al Rosario para la procesión, empezaron a caer algunas gotas de lluvia. Se afirmó que aquella tarde llovió en algunos lugares de la comarca. En la devota procesión acompañaban al Cristo muchos fieles haciendo costosas penitencias. Asisten a ella todas las cofradías menos la Comunidad de San Onofre de la Lapa.

Análisis y comparación de estas historias con otras versiones y hechos: Fco. Croche recoge en alguno de sus libros una serie de milagros ocurridos en torno al Cristo del Rosario y en ellos nos cuenta que llegaron a Zafra dos imágenes similares del Cristo encargadas por el Cabildo de la colegiata y por el prior de los Dominicos en el s. XXII. Los bultos fueron entregados en el templo mayor y al descubrir su contenido, se dieron cuenta en la Calendaria que la imagen que a ella le correspondía había llegado rota por uno de los brazos. Con gran astucia, los taimados Clérigos la enviaron al convento quedándose ellos con la que aparecía íntegra.

Al abrir de nuevo el embalaje, los Dominicos, a pesar de lo que había sucedido antes, la encontraron en perfecto estado. Este caso abrió una larga trayectoria de fama sobrenatural y milagrosa que se fue fortaleciendo en años sucesivos ante la estimación de los vecinos de Zafra. Otros de los sucesos que giran en torno a este Cristo y que no son recogidos por el autor anteriormente mencionado sino por tradición oral recogida en las múltiples entrevistas realizadas a la población Zafrense son:

–           Al parecer, en una guerra, suponemos que sería la de la Independencia, fue la que causó mayores desperfectos y principalmente fuera del recinto amurallado, al convento de la Encarnación y la mina, ocupado por los Dominicos y en el que residía el Cristo del Rosario, entraron los soldados y le cortaron los brazos a dicho Cristo. A la mañana siguiente, la imagen apareció con los brazos pegados.

–           En un incendio sucedido en este convento ocurrió otro hecho igualmente milagroso: el edificio quedó totalmente quemado, mientras que el Cristo no sufrió ningún desperfecto.”

 

Fuente:. Mapa de Cuentos y Leyendas de Extremadura y el Alentejo. (s. f.). Santísimo Cristo del Desamparo. Recuperado de http://alcazaba.unex.es/~emarnun/btca/ibores.htm

El Milagro de la Virgen de Tentudía

EL MILAGRO DE LA VIRGEN DE TENTUDÍA 

“…Semejante a esta aparición es la que protagonizó la Virgen de Tentudía, patrona de la comarca de igual nombre y de las localidades de Calera de León, en cuyo término municipal se encuentra el monasterio donde se venera, y de Monesterio. Cuenta la leyenda que durante la Reconquista, al intentar cruzar los cristianos estas tierras camino de Sevilla, los reyezuelos musulmanes asentados en la Sierra de Tudía se unieron para cortarles el paso.

Sobrevino el combate que poco a poco se fue poniendo a favor de las tropas cristianas. Mas, como decaía la tarde y la oscuridad se venía encima y la batalla se alargaba, don Pelayo o don Pelay Pérez Correa, Maestre de la Orden de Santiago, detuvo su caballo y pie en tierra, se dirigió de este modo a la Virgen: “¡Santa María detén tu Día!”. Y la Virgen atendiendo a su plegaria detuvo por unas horas el Sol, dando tiempo a las tropas cristianas para culminar con éxito la batalla.

La actual imagen data del siglo XVIII. Se encuentra en el Monasterio de Tentudía, en el punto más elevado -1100 metros- de la provincia de Badajoz; donde don Pelay mandó erigir una ermita que conmemorara el suceso.”

 

Fuente: Rodríguez Plasencia, J. L. (2012). Apariciones marianas en Extremadura (III).     Revista     de     Folklore,     32,      363,          pp.     33-45.     Recuperado      de http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.php?id=2715

La Virgen de las Nieves de Olivenza

LA VIRGEN DE LAS NIEVES DE OLIVENZA 

“…Cuando se dio cuenta de que se había perdido, Joaquín dejó rodar por sus mejillas dos gruesas y silenciosas  lágrimas. El manojo de espárragos que aprisionaba en la mano se fue aflojando poco a poco hasta caer suavemente sobre la hierba. Ya era sol puesto. La niebla, ahora espesa, parecía haberse tragado todo el panorama de los alrededores. La indecisión lo desalentó. Fue a sentarse en una pequeña roca que había allí cerca, al lado de un cerro poco prominente. No pasó mucho tiempo, cuando el niño se dio cuenta de un cambio atmosférico. El viento había cesado y una luz que cada vez se hacía más y más intensa invadió un punto en lo alto del cerro. Joaquín, sin comprender, abrió los ojos. En aquel momento quiso oír una música celestial y lejana. A pocos pasos de él, entre el resplandor de la luz ya cegadora, apareció una señora vestida de blanco, con un manto azul. El niño abrió la boca de asombro… Sus ojos no pestañearon. A los pocos segundos oyó que le decía:

–           SOY TU MADRE DEL CIELO.

Joaquín era un niño sensible. Aquella voz, aquellas palabras, lo invadieron de ternura. Repentinamente se arrodilló. De nuevo la voz de la Señora, una voz que parecía tener eco:

–           VEN -le dijo-.

Como un sonámbulo, Joaquín se levantó lentamente, atraído por la voz y la figura. Cuando llegó a su lado, la Señora lo cubrió con su manto azul, en un abrazo tierno. El niño no sabía qué decir, se tragaba las palabras. Pero ahora sentía un gozo infinito. Un calor de nido le recorría todo el cuerpo. Luego, en su imaginación infantil, le parecía estar en el lecho de plumas de Dª Julia, su maestra de escuela, y pensaba con alegría si no estaría ya en el cielo. Permanecía inmóvil, por miedo a que el más mínimo movimiento hiciera desaparecer la visión. De repente ocurrió algo extraordinario. Empezaron a caer copos de nieve, espesos y abundantes. Lo más extraño era que a él no le tocaban. En esa pequeña circunferencia había como un fuego que los derretía. Joaquín no sentía ningún frío. El calor que emanaba la Señora le hizo entrar en una dejada somnolencia. Cerró los ojos y se durmió profundamente.

Juan y Vicenta habían sido acogidos en una huerta de los alrededores. Con las primeras luces del nuevo día salieron a buscar el niño. Ya no gritaban. Sus ojos escudriñaban con avidez el paisaje, creyendo adivinar su figura en  cualquier bulto aparente. La esperanza no les abandonó. Con pasos cansados llegaron a un lugar donde se divisaba el cerro de la aparición.

Juan fue el primero que se fijó en aquella mancha roja que destacaba de los campos.

–           ¡Es él, es su chaleco rojo! ¡Es Joaquín…!

El tono de su voz parecía resucitar. Fueron corriendo, él y ella, abandonando el cansancio.

Joaquín estaba dormido con la cabeza apoyada entre los brazos. Su semblante inspiraba serenidad, parecía un ángel. La emoción de sus padres lo despertó. Las preguntas se multiplicaron, pero él tan sólo acertaba a decirles:

–           Vi una señora que me tapó con su manto y me dormí. No tuve frío, de verdad, no tuve frío…»

 

Fuente: Martos Núñez, E y Porcar Saravia, C. (1997). La casa encantada: estudios sobre cuentos, mitos y leyendas de España y Portugal. Seminario interuniversitario de estudios sobre la tradición.  Extremadura: Editora Regional de Extremadura. (p. 115).

La Virgen de las Nieves de Zarza de Alange

LA VIRGEN DE LAS NIEVES DE ZARZA DE ALANGE 

“…Muchos se habrán preguntado: ¿desde cuándo se venera esta Imagen en la Zarza?, ¿cómo se inició este culto? Y sus preguntas, tal vez hayan quedado sin respuestas, ya que se está olvidando una hermosa leyenda que nos narra esos remotos orígenes. Desde fecha incierta, pero sin duda alguna en el siglo XIV, nuestro pueblo no era más que una pequeña aldea. La actual calle Queipo de Llano, entonces llamada Carrera, no llegaría más allá del número 35 actual. De allí en adelante continuaba el camino hacia Alange, con cercas a ambos lados, dedicadas a cultivos de huertas y olivares. Existía algún que otro pozo en las inmediaciones del camino, de los que se proveían los vecinos de la mencionada calle. En la margen derecha del camino había una capilla o pequeña ermita dedicada a los Santos Mártires, donde se veneraba una imagen de San Sebastián. Delante de la ermita había una explanada donde ocurrieron los hechos de nuestra leyenda.

Un día del mes de agosto, de los ardientes agostos extremeños, una mujer intentaba sacar agua de un pozo  próximo a la ermita, pero su cubo chocaba contra un objeto que flotaba en las aguas. La poca profundidad le permitió reconocer una imagen. Efectivamente, una talla de madera policromada era el objeto flotante. La mujer dio voces y acudieron los vecinos de la próxima calle y un joven se ofreció a bajar para recoger la imagen.

Pañuelos y delanteras sirvieron para limpiarla y secarla, y de inmediato se dio cuenta del hecho al Sr. Cura y a las Autoridades. Todo el pueblo lo supo con suma rapidez y allá acudieron de sus casas las mujeres, de las calles los niños y de las cercanas eras los hombres. Todos mostraban su alegría y pocos podían comprender el por qué precisamente esta imagen flotaba en las aguas del pozo. Sin embargo, no es difícil imaginarlo. La invasión agarena del siglo Vlll hizo a los fieles devotos esconder imágenes y tesoros religiosos para evitar su destrucción o robo sacrílego. Tal vez la imagen fuera escondida en aquella época entre las piedras del pozo y el tiempo la puso a flote más o menos casualmente.

Sacerdotes, cabildo y pueblo discutieron sobre el lugar a donde debía llevarse la imagen para su veneración. El Párroco era partidario de conducirla a la Iglesia Parroquial de San Martín, pero los más, incluso el cabildo, se inclinaron para que se transportase a la ermita de los Santos Mártires, en cuyas proximidades había ocurrido el hecho y aparición. Trajeron ornamentos sagrados para revestir al sacerdote. Se inicia el cortejo procesional hacia la ermita, distante sólo unos cien pasos. Se cantaron himnos marianos y alabanzas a la Madre de Dios.

Mientras estos hechos ocurrían, se nubló el sol, bajó aparatosamente la temperatura y comenzó a nevar. Hecho insólito en la cálida Extremadura veraniega. Tan insólito como la nevada del 5 de agosto en tiempo del Papa Liberio, que cubrió de nieve parte de la colina Esquina de Roma, para mostrar el lugar donde se construyera un templo que se llamó Nuestra Señora de las Nieves.

La repetición del milagro en Zarza de Alange, hizo a sacerdotes, cabildo y fieles denominarla «Virgen de las Nieves». Su culto y devoción se extendió, con rapidez por los pueblos vecinos y no muy tarde por toda Extremadura, y el vecino Reino de Portugal. Muchos fieles acudían a la ermita para impetrar la protección de la Virgen y para darle gracias por los beneficios concedidos.

 

Fuente: Martos Núñez, E y Porcar Saravia, C. (1997). La casa encantada: estudios sobre cuentos, mitos y leyendas de España y Portugal. Seminario interuniversitario de estudios sobre la tradición.  Extremadura: Editora Regional de Extremadura. (p. 115).